Esa noche las calles estuvieron vacías, la mayoría de las personas estaban prendidas al televisor o a la radio, 79.3 fue el pico de rating que marcó la pantalla de canal 13. Nadie se lo quería perder. Un hombre, que nunca pasó inadvertido en ningún lugar, y al cual la gente lo amaba o lo detestaba otra vez estaba en boca de todos.
Casi 39 años atrás, la noche del 7 de diciembre de 1970 pasaría a la historia del pugilismo nacional, debido a que el gran Muhammad Alí se iba a enfrentar contra el único rival que lo venció fuera de un ring, aunque dentro del cuadrilátero la victoria estuvo de su lado.
El rival de Alí fue Oscar “Ringo” Bonavena, del cual el norteamericano sólo sabía que había peleado dos veces ante Joe Frazier, el campeón del mundo en esa época, motivo por el que respetaba al argentino, pero el respeto iba a durar nada más hasta el momento del pesaje de ambos boxeadores.
“¡Gallina”!,”¡Cagón!”, fueron las palabras elegidas por Bonavena para referirse a Alí, nombre por el que el púgil nacional nunca llamó a su rival, sino que se dirigía a él por su antigua denominación: Cassius Clay, ya que este se lo había cambiado por sus creencias musulmanas.
Alí, muy molesto y sorprendido, ante los agravios de su rival reaccionó diciendo que lo iba a noquear en el noveno round, pero si algo había quedado en claro después del pesaje era que a la hora de hablar Bonavena fue el protagonista del show.
Los asaltos fueron transcurriendo uno tras otro, en el mítico estadio Madison Square Garden de Nueva York, y en la novena vuelta el vaticinio del norteamericano no solamente no se cumplió sino que el que terminó en la lona fue él mismo al resbalarse. Las tarjetas eran favorables a Alí, razón por la que en la esquina de “Ringo” ocurrieron entredichos entre los asistentes de toda la vida de Bonavena, los hermanos Juan y Bautista Rago, y el entrenador Gyl Clancy, que había sido contratado exclusivamente para esa pelea, ya que los primeros le pedían que aguantara a finalizar la contienda porque para ellos el oriundo de Parque de los Patricios estaba realizando un papel muy bueno y digno sobre el ring, en cambio su otro instructor le sostenía que saliera a matar o morir.En los últimos tres minutos, Bonavena decidió salir a terminar con su oponente, pero sus fuerzas eran escasas y sus piernas no le respondían, Alí nada más debía aguantar que el tiempo pasara, pero finalmente el porteño cayó. Sin embargo siguió adelante hasta ser derribado por tercera vez y dar por finalizada su ilusión.
Casi 39 años atrás, la noche del 7 de diciembre de 1970 pasaría a la historia del pugilismo nacional, debido a que el gran Muhammad Alí se iba a enfrentar contra el único rival que lo venció fuera de un ring, aunque dentro del cuadrilátero la victoria estuvo de su lado.
El rival de Alí fue Oscar “Ringo” Bonavena, del cual el norteamericano sólo sabía que había peleado dos veces ante Joe Frazier, el campeón del mundo en esa época, motivo por el que respetaba al argentino, pero el respeto iba a durar nada más hasta el momento del pesaje de ambos boxeadores.
“¡Gallina”!,”¡Cagón!”, fueron las palabras elegidas por Bonavena para referirse a Alí, nombre por el que el púgil nacional nunca llamó a su rival, sino que se dirigía a él por su antigua denominación: Cassius Clay, ya que este se lo había cambiado por sus creencias musulmanas.
Alí, muy molesto y sorprendido, ante los agravios de su rival reaccionó diciendo que lo iba a noquear en el noveno round, pero si algo había quedado en claro después del pesaje era que a la hora de hablar Bonavena fue el protagonista del show.
Los asaltos fueron transcurriendo uno tras otro, en el mítico estadio Madison Square Garden de Nueva York, y en la novena vuelta el vaticinio del norteamericano no solamente no se cumplió sino que el que terminó en la lona fue él mismo al resbalarse. Las tarjetas eran favorables a Alí, razón por la que en la esquina de “Ringo” ocurrieron entredichos entre los asistentes de toda la vida de Bonavena, los hermanos Juan y Bautista Rago, y el entrenador Gyl Clancy, que había sido contratado exclusivamente para esa pelea, ya que los primeros le pedían que aguantara a finalizar la contienda porque para ellos el oriundo de Parque de los Patricios estaba realizando un papel muy bueno y digno sobre el ring, en cambio su otro instructor le sostenía que saliera a matar o morir.En los últimos tres minutos, Bonavena decidió salir a terminar con su oponente, pero sus fuerzas eran escasas y sus piernas no le respondían, Alí nada más debía aguantar que el tiempo pasara, pero finalmente el porteño cayó. Sin embargo siguió adelante hasta ser derribado por tercera vez y dar por finalizada su ilusión.
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