miércoles, 11 de noviembre de 2009

Max Schmeling, el campeón alemán que defendió la vida con agallas


El boxeador alemán Max Schmeling, que fue el primer boxeador europeo en conseguir el campeonato mundial pesado, reivindicó la condición humana al negarse a ser parte del partido nazi a pesar de las presiones del poder y se destacó no solo por obtener un título del mundo sino por salvar a personas judías durante la segunda guerra mundial.
En 1905, el púgil teuton nació en Brandeburgo, en el seno de una familia humilde y se convirtió a los 30 años en el poseedor del cinturón mundial tras una polémica decisión del árbitro Jim Crowley, que descalificó al otro aspirante, el norteamericano blanco Jack Sharkey por un golpe bajo en el cuarto round.
Se iniciaba así la leyenda del boxeador europeo más grande de la historia bajo la supervisión de su amigo y entrenador Max Machón y las garras del nazismo. Por esa época, Schmeling, al margen de su carrera boxística, ganó mucho dinero en negocios de plantaciones de tabaco y abrigos de visón y se casó con Anny Ondra, una de las actrices más glamorosas de la Alemania de los 30.
Tras varias defensas de su corona, perdió por puntos su cetro mundialista de forma “injusta” un 21 de junio de 1932, en Long Island Estados Unidos, ante Sharkey, quien había sido su víctima en su coronación anterior. Los jueces vieron ganador por puntos al norteamericano tras los 15 asaltos reglamentados cuando el alemán” había boxeado mucho mejor que el estadounidense, infringiendo un terrible castigo”, según los cronistas de la época.
Cosa curiosa, no fue ese paso por la cumbre el que le dio la mayor notoriedad. La cima de la gloria del “héroe de la raza superior” llegó en su combate en el Yankee Stadium en 1936 cuando en pleno auge del nazismo y con Hitler en la búsqueda de extender sus tentáculos por toda Europa, Schmeling derrotó por KO en el round 12º a Joe Louis, invicto hasta entonces y uno de los más brillantes boxeadores de todos los tiempos.
La victoria de Schmeling fue utilizada por la propaganda nazi y el alemán elevado a la categoría de héroe en su país. El régimen del nazismo, que estaba instalado en el poder, trató de hacer notar la fortaleza de ese boxeador, que expresaba “la pronunciada superioridad de la raza aria”. Y por eso mismo hubo quienes, inclusive, llamaban a Schmeling “el boxeador de Hitler” porque el Fürher le había comunicado al mundo “podéis mostrarme algo mejor que Schmeling”,
Luego llegó la revancha ante quien con el tiempo se convertiría en su “amigo Joe”, en el combate más esperado por el poder político de la historia, un 22 de junio de 1938, otra véz en el Yankee Stadium, con 70.000 gargantas clamando venganza y tildando al alemán como el “Perro Nazi”.
Hasta el presidente estadounidense Franklin Roosevelt había invitado a Louis a la Casa Blanca para pedirle que ganase el combate que fue identificado como “la batalla entre el bien contra el mal”: “Joe, necesitamos músculos como los suyos para derrotar a Alemania. Recuerda que cuando una causa es justa un americano nunca pierde”, le había comunicado el demócrata al pugilista.
Salvaje como nunca, el norteamericano tiró tres veces a la lona al germano en el primer asalto para lograr un furibundo KO. Cuando Schmeling salió del ring más de 5.000 negros desfilaron bailando y cantando por Harlem y la Séptima Avenida de Nueva York. El “Bombardero de Detroit”, tal como lo apodaban a Louis, declararía años después que fue la única pelea en su vida en la que golpeó a alguien con el odio a flor de piel.
Sin embargo, para esos días el ex campeón teutón ya ejercía una resistencia silenciosa, que se manifestaba en su negativa de afiliarse al nacionalsocialismo, también soportando repetidos requerimientos para que lo hiciera por parte de los jerarcas nazis.
“Mirando atrás, soy casi feliz de perder aquella pelea. Sólo imagino si hubiera regresado a Alemania con la victoria. No tuve nada que ver con los nazis, pero ellos me habrían dado una medalla. Tras la segunda Guerra Mundial, pude haber sido considerado un criminal de guerra”, aseguraría Schmeling en 1975.
En noviembre de aquel mismo 1938, Schmeling salvó la vida de dos hermanos judíos de apellido Lewin. El hecho ocurrió en las calles de Berlín donde la matanza nazi arrasaba judíos, y en un desagradable episodio conocido como “La Noche de los Cristales”, el boxeador mantuvo escondidos a los dos jóvenes en su suite en un hotel y después los ayudó a abandonar Alemania y llegar a los Estados Unidos. Décadas más tarde, ese acto en el que arriesgó su vida le valdría una distinción de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una prestigiosa organización no gubernamental cuya misión es promover y divulgar valores de solidaridad y coraje cívico que fortalecieron los Salvadores del Holocausto.
Bajo esa lógica, Schmeling conservó a su manager, también judío, Joe Jacobs, pese a las demandas y a las presiones para su expulsión del ministro de Prensa y Propaganda del régimen, Joseph Goebbels. Anteriormente en los Juegos Olimpicos de 1936, el germano le pidió personalmente a Hitler que protegiese a los deportistas americanos y utilizó su influencia para salvar a algunos judíos de los campos de concentración.
Posteriormente a la segunda Guerra Mundial, Schmeling peleó cinco veces más por dinero y se retiró después de caer en el décimo asalto ante el alemán Walter Neusel en 1948 a la edad de 43 años con 70 peleas y un récord de 56 victorias (39KO) ,10 derrotas y 4 empates.
Con Louis, su mítico rival, trabó una amistad que duró hasta el último día: cuando el estadounidense murió en condiciones de extrema pobreza, Schmeling fue uno de los que le brindó ayuda económica inclusive pagándole el funeral en 1981.
Los honores de héroe deportivo han acompañado a Schmeling prácticamente hasta su muerte en el 2005, a la edad de 99 años. Desde 1971 lució la Cruz Federal de Honor alemana y en 1987 la prensa especializada lo eligió como el deportista alemán más importante de todos los tiempos. Millones de personas recordarán a este deportista grandote que no sólo acertó golpes en los rings sino que eligió jugarse por la vida.

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